No la voy a cerrar hasta que no haya crecido musgo en el suelo,
y hiedra en las paredes.
Y aniden pájaros en el armario,
entre los sujetadores.
Cubriré mi cabeza con una sábana recién lavada,
mientras tanto.
Dejaré el grifo gotear.
Pero pocas gotas.
Sólo gotas musicales.
Y tenderé la ropa desnuda.
Y pintaré mi cuerpo con pinceles,
de diferentes texturas
y suavidades.
Entonces pasará una brisilla,
que expulsará moscas y mosquitos.
Entonces el pasillo que antecede
a mi entrenamiento,
no me generará un nudo a puñetazos.