viernes, 8 de octubre de 2010

1:47 de la mañana.


La evasión me produce... No se ya que me hace daño y que no.

O mejor dicho, lo se, pero no me cuesta tanto llevarlo.

Me encuentro mirando el suelo que voy a pisar pocos segundos después, no más allá.

Es normal en el ser humano, en la juventud, en el alma cándida, el mirar hacia delante.
Pero yo no lo hago. Ya no lo hago.
¿Síntoma de que algo marcha como no debe?
No lo se.


Ahora soy un nuevo caballo galopando por la orilla del mar,
un desconocido para si mismo,
las burbujas me sonríen al pasar,
se acercan,
me lamen, me mecen,
y cuando voy a tocarlas se me escurren entre las grietas de mis dedos,
de mi sonrisa...

El egoísmo del crear me llama.
Y me pregunto si seré capaz de apartar un poco este amor general,
de mi espalda.
Para pararme a retratar.

En cuanto toco el pigmento,
siento que se van todos a escapar.
Pero si me sumerjo en la burbuja
que se crea en la boca del nacimiento,
me olvido de esos temores...
Y solo queda el desafío.