viernes, 2 de septiembre de 2011

A veces los golpes recibidos,
en resacas de amores anteriores,
quedan encasquillados entre mis dedos.

Puede que te preguntes
de quien son esas lágrimas
y esas súplicas con los ojos.

Lo único importante
es que no son tuyas,
ni mías.

Poco a poco,
beso a beso,
ellas van evaporándose.
Y puedo sonreírte sin pensar.