sábado, 10 de marzo de 2012

Estoy creciendo. Sí.
Madurando.
Y a veces se me hace extraño,
oír llorar a la niña.

A veces lloro con ella.

Es increíble.
Me veo donde estoy.
Nunca imagine que iba a ser así
que iba a acabar aquí.

A la niña sólo puedo consolarla yo.
Sólo yo se las canciones exactas.

Y el miedo que siente
a veces se apodera de mi.
Pero voy a ser fuerte por ella.
Voy a ser fuerte por lo que ahora amo.

A veces tengo mucho miedo.
Tanto miedo que, es la niña quien me consuela a mi.

Tanto miedo,que sólo ella me hace sonreír.

Nunca pensé que la niña que rechazaba tanto
iba a convertirse en mujer.

Cuando tengo mucho miedo huyo con ella
a nuestra arena,
a nuestros partidos con niños brutos.

Pensaba antes,
que una herida me abría de arriba a abajo.
Pero desapareció hace mucho tiempo.

Sólo hay un rastro de claridad en mi piel.

He sobrevivido.

Y dentro de poco podré reírme de aquello que me hacía llorar.


Dentro de poco podré amar sin miedo al dolor.

No puedo ni imaginarme,
como debe sentirse la persona que no tenga ese niño para consolarlo.

Cuando me quiero dar cuenta,
mis sentimientos están abiertos.
Y ya no se pueden cerrar.


La niña está orgullosa de como no me ha vencido el tiempo, en ese aspecto.