viernes, 6 de agosto de 2010

Estoy perdida entre el sfumato
y el escorzo
que provoca tu existencia al presionar sobre mis costillas.

Tu cuerpo es demasiado joven,
demasiado bello
para todo ese campo de maíz salpicado por pecas.

Hay momentos con diferentes luces,
que cortan el aire
mis dogmas,
y deshacen de mi cuerpo, de mis venas
esos pequeños fragmentos de nostalgia e infertilidad.
Abundancia y sequía.
A veces consigo hallar armonía ante tu risa.

A veces pienso que no puede ser cierto,
que estés tan vivo.
Tan terso, y a la vez tan blando.
Jugoso,
e incierto.
El jugueteo con tus manos...

No se separar los silencios,
de los versos.
Tarareas.
Se pierde la conjugación de los verbos,
del tiempo.

Te observo dormir.
Mi aliento acaricia con todas sus manos,
los párpados, tus párpados.
Algún día te he de convencer.

Doro tu encarnadura con mis pensamientos.
Querido fruto: Tu maduración quiero adelantar.
Y tus labios masticar,
cuando habla mi instinto.