Siento crujir el pepino entre mis dientes. El rico almuerzo que me preparaste recorre de nuevo mi paladar , unos días después.
El chasquido del agua bajo mis botas salpica mis oídos.
Vuelve a hacerlo.
Un vértigo me acoge por momentos, las suelas de los pies deslizan por ese fino hilo.
Pienso en que si caigo al suelo me va a doler más que otras veces...
Si me abres la puerta mejor.
Todo haré por conservarte a mi lado, ala de golondrina.
Tu nacimiento va a corresponder con las flores de primavera. Y yo soy el sol que las va a secar.
Si alguien sabe que puedo hacer con este vértigo, con este miedo a mirar hacia adelante y no ver tu cabello...
De verdad me gustaría ser capaz de acariciarte la mejilla o de ser capaz de aguantar como me observas sin sentir temblar o enrojecer.
No te conozco, ¡pero te conoceré!