Todos tenemos cicatrices. Unos rosadas, otros blancas.
La mía es anaranjada. Y en verano se camufla con el moreno de mi piel.
Hasta ahora todas eran pequeñas salvo una. Una de ellas es enorme.
Y la veo cada vez que me miro en el espejo del pasado y del presente.
El pasado está lejos cuando corro o nado. Está en su sitio. No se mueve ni me alborota el pelo.
Ahora estoy feliz. No solo veo esa cicatriz.
Notó otras marcas aun más bellas y dulces, las de la amistad.
Estás no son amargas cuando llueve o tengo frío.
Que tú, amiga, me estés marcando...me agrada. Ahora no solo existe esa gran cicatriz.