miércoles, 19 de mayo de 2010

Sabanas frescas.

Cuando me introduzco en las sabanas frescas, hay días que me viene a la cabeza tu imagen.
Y esa ventana con la persiana bajada casi del todo para que no nos viesen los vecinos.
Ese pequeño rayo de luz azulada que entraba por esos patios interiores...
Me gustaba esa luz. Era como una infusión que tranquilizaba mis sentidos, llegando yo casi al nirvana.

Yo nunca había disfrutado de esos colores fríos, como en aquella época.
Y había desechado la oscuridad de mis gustos, había escapado de los paseos en la noche...

Esa ampliación de los campos que forman mi persona, fueron ampliados con tus manos, con tu suave presencia.
Y es increíble como una persona como yo, tan excesivamente incontrolable, activa y pura energía, se sosegase con una suave presencia, para muchas personas casi imperceptible.

Recuerdo que comenzaste a existir para mi entorno por mi tozudez y pesadez, aunque hubieses rozado tantas veces mi entorno antes, y yo no me hubiese dado cuenta de ello hasta aquel momento.
Lo prodigioso del encuentro, fue que habíamos estado muy cerca el uno del otro siempre, pero sin tocarnos.

Solo quedó la noche estrellada sin la tumbona de mi lado ocupada. Música tarareada por mi, pero sin tus oídos que la escuchen.
Un "algo" a medias dentro de mí.
Un comenzado aprecio a las flores y su fragancia, que tú despertaste.

Un tren que sigue pasando a la misma hora, pero que no oigo ya siempre, porque ya no estoy siempre allí para oírlo.