viernes, 11 de febrero de 2011

Espero que no sea amor notar el suelo saltar,
o mis piernas trotar,
cada vez que él aparece...

No eres consciente.
Que no freno mi pierna,
que no freno mi mente.
Que me encuentro saltando,
mirando,
tu cicatriz,
tus brazos.

Un anhelo de rozarte...

No disimulo.
rozo mi rodilla con tu rodilla,
coloco mi antebrazo,
rozando tu antebrazo.
De nuevo ahí está tu sonrisa.

Ambiciono tu cuerpo.
Tu maldito cuerpo,
joven,
vibrante,
ardiente y presente,
aquí, junto a mi lado.

Esperas.
¿Qué esperas?
¿A quién esperas?
La cobardía apareció,
junto a la consciencia
de lo que despiertas.
Tus ventanas que dejas,
semi-abiertas
me tientan, me irritan
parecen jugada vivaz y despierta.

Mis ojos dejaron de posarse
en tu mirada.
Dejó de corresponderte,
con el conocimiento de ti.

Eras una mancha.
Ahora eres carne, huesos,
sangre,
corazón en llamas.

Animal caliente,
sangre que hierve rápido,
pero que calma, fugaz.

Amargura en los labios,
que carcomes veloz
cabreo empañado
que se transforma
en sonrisa pura.

Rápidos cambios,
humo es tu aliento.