domingo, 13 de febrero de 2011

Loserville

Te estás marchando.

La mudanza de los restos
la edición de tus lágrimas,
la tirada del grabado
de la humedad,
aun reside en mi hombro.

Y no queda rastro de agua.
Solo cristalización.
Pero te estás marchando.

Ahora veo mis lágrimas
caer sobre mi mente,
empañarse las cristaleras...
Y tú no estás.

Me has apartado,
has olvidado
que yo también te necesito.

Que no solo tú tienes
grietas en la superficie.
Te estás marchado...

Ahora hablo sola en el silencio.
Me veo correr a tu encuentro.

Callas mi boca.

No ves el reflejo de mi interior,
lo que me sucede ahora,
lo que me está pasando.

Pero tú te estás marchando.
Has decidido no escucharme.

Y yo ahora necesito hablarte.
Necesito que me escuches
como yo te he escuchado.

Sabes que mis lágrimas son tercas.
Tú has sido causante de mi tranquilidad.
Ahora tu ausencia desconocida,
más la presencia nueva en mi vida,
impide mi descanso.

Me has callado, y he callado.
Ahora mi interior te pide a gritos.
¿Será escuchado?

Él está a mi lado,
pero tú te estás marchando.

Y ahora yo pienso en ti,
pienso también en él.
No en tu él.
En mi él.

Quien podía entenderme,
se está marchando.
Y el amor me toca,
me está tocando.
Pero tú has decidido que me vaya.

Y yo como siempre
parada me quedo,
me quedo esperando.

De nuevo perdiendo.
Pero no quiero de nuevo esperando.