lunes, 23 de mayo de 2011

Escrito en una silla, dentro de un aula.

Te acojo como a la línea
como a la curva
constelada.
Y son mapas los cuerpos.
Tu sonrisa una casa.

El trasluz.
Las cristaleras de los árboles,
las hojas
gotas de verde claro.

Mechones que van creciendo.
Caen por el cuello.
¿Deslizarán entre unas manos?

Y despierto.
Con la sonrisa caminando,
acudo a esas aulas.

Caracoles encontramos
mientras escarbas
y suspiras.

Caen gotas de miel.
Y es cuando digo: para.

Tenemos un idioma parecido.
Casi uno en común.

Paro y apareces
y la belleza entera,
desea entrar por la ventana
de tus sonrisas.

No hay poemas que resuman
que logren alcanzarme.

La lámpara anaranjada
se aproxima, pero no quema.