pasean por las calles
por los parques.
Se oye aletear a lo lejos.
Silencio.
Un verso acaba de nacer,
en ese encuentro.
La cabeza se recuesta en aquel pecho
que no deja de latir...
Ese olor, ya empieza a formar parte de ti.
Entonces es cuando las flores y hojas quedan prendadas de los cabellos
tras su caída.
La tierra ya tomó ese olor a lluvia.
Se alegran que no sean lágrimas, si no lluvia.
Dulce, castaña, lluvia.
Y el sol parece jugar al cucú tras
con las nubes;
Cuando mis ojos buscan unos ojos
unos labios
un cuerpo,
un abrazo.
Y las amapolas se marchan
tras marcar con su tatuaje tus manos.
Las noches comienzan a ser frías.