martes, 22 de septiembre de 2009

Sin titulo.

Cuando te vi por primera vez, eras solo una sombra...pero aun así ya despertaste mi curiosidad.
Fue ya la segunda vez, cuando note que era mas que curiosidad. Atracción, interes.
Eras como la parte real de mi imaginación, la copia del resumen de todas las ideas que agolpaban mi mente.
Tu sonrisa no existía.
Aun así, ya sentándome y mirándote patinar, tuve ganas de cederte un hueco en el bordillo donde yo reposaba mi cuerpo. De abrazarte.
Pese a saber solo tu nombre, de la boca más próxima a mi corazón.(Más bien eso creíamos, porque luego resultó que no era próxima)
Cuando noté cuales eran mis impulsos, fuí más capaz de darme cuenta de mis intenciones internas. De mi intención de conocerte.
Naciste de una sombra de mis sueños, de mis ideas idealizadas, y te convertiste en una idea libre e independiente, que cuando me quise dar cuenta me había hecho ceder todo cuanto tenía de manera consciente y feliz.
Creo que fue así como conocí lo que era verdaderamente la palabra COMPARTIR. De manera inconsciente quería compartir contigo todo cuanto tenía. Al principio había cierto toque de PENA hacía ti, por mi parte. Pero luego ya no era por pena, si no porque tenía que dártelo todo, quería dártelo todo.

GENEROSIDAD nunca fue.


Y premio no eran tus sonrisas, si no combustible, fuente de ingresos. Si las lágrimas o tristezas eran dueñas de ti, yo me sentía en obligación y necesidad de evitarlas, tomándolas en mis manos si hacía falta, para conseguir que sonrieras SIEMPRE.
Y lo bueno de todo es que lo conseguía. Y me sentía mejor persona.

Notaba que el espacio entre tus brazos, era la creación que tanto proclamaban los cielos.
La paz de mi persona, la tranquilidad.
Parecían existir desde siempre para mi calma y paz interior.
El silencio estaba lleno de olores, sonidos, palabras, estando juntos...




[Notas conscientes e inconscientes de los recuerdos]